Las entradas y las salidas son momentos de la vida cotidiana de las escuelas que en numerosas ocasiones son menospreciados y reducidos a meros momentos de intercambio de los alumnos/as. Sin embargo, estos momentos tienen una gran relevancia, pues constituyen espacios de encuentro personal y emocional que conectan dos mundos, la familia y la escuela.
Las entradas son momentos generalmente caracterizados por la rapidez con la que se desarrollan. En este sentido es común que las familias lleguen a los centros educativos apresuradas y dejen a los niños/as en la fila, o directamente en las aulas.
En contraste con esto, deberíamos liberar a las entradas de prisas, para poder llevar acabo un recibimiento personal y humano además de físico, proporcionando a cada familia y alumno/a una atención individual. “Es necesario entender las entradas como un lugar y un tiempo para el encuentro. Un espacio que genere confianza y unas personas que también transmitan confianza en el centro, en un proyecto educativo que se «huela» y del que te sientas parte, desde la llegada” (López, 2004)
En este sentido es también necesario cuidar los espacios físicos en los que se producen las entradas, siendo más enriquecedor que las entradas se lleven acabo en espacios comunes en los que se pueda agrupar a niños/as de distintas edades, sus familias y maestros/as. Estos espacios deben ser acogedores, estar repletos de imágenes de los niños y paneles de documentación (permiten acercarse al otro y conocerlo) y contar con diversas propuestas (una instalación, sofás para descansar, zona de lectura, espacios vacíos en los que encontrarse con el otro…).
Por su parte, las salidas son momentos que al igual que las entradas se suceden de forma rápida y en los que hay que resolver imprevistos. En contraste con esta forma de ver las salidas, podemos entenderlas como momentos en los que transmitir información a las familias. No solo tenemos que informar a las familias de incidentes, sino que es de vital importancia mantener las vías de comunicación abiertas y entender las salidas como un espacio para comentar y trabajar cuestiones relacionadas con el desarrollo y la autonomía de los niños/as. Todo esto nos conduce a ver y entender las salidas como un acto que debe ser individual y mínimamente escalonado para poder atender a todas las familias.
La despedida es un acto individual y consciente, que debe motivar el reencuentro del día siguiente (López, 2004)
Referencias
Herranz, R. L. (2004). » La entrada y salida» en la escuela. Aula de infantil, (18), 28-29.
Ritscher, P. (2009). Sobre las propias piernas. Infancia: educar de 0 a 6 años, (115), 17-20.
Susana Lorenzo, Sara Perales y Lucía Prieto, 2020.