“El taller es una organización de diversiones o de actividades educativas que utiliza la inteligencia concreta, auxiliada por la motricidad manual, para la producción de objetos. El taller tiende a dar las bases necesarias para el conocimiento de una profesión o para la formación gestual e intelectual indispensable para ocupar posteriormente un puesto de trabajo. Por extensión, el término taller designa también el lugar en que se desarrolla tal actividad o el grupo que se entrega a ella” (Vigy, 1986, citado en López 1997, p.36)
Se pueden concretar algunas de las características o facetas que constituyen los talleres a partir de las ideas expuestas por Borghi (2005).
Los talleres se pueden emplear de muchas maneras ya que, en algunos casos puede que se opte por realizar un solo taller, dotando así a la escuela de una identidad específica y, en otros casos, se puede optar por la polivalencia de los talleres.
Además, en cuanto a los materiales, pueden ser específicos y especializados, por lo tanto, dirigidos al desarrollo de determinadas tareas o, por el contrario, materiales no especializados (comunes, como piedras, cuerdas, etc.), de manera que resulte muy útil para desarrollar muchas actividades enriquecedoras. Sin embargo, la ausencia de materiales específicos no permitiría que se estableciese la especificidad del taller, sino que sería necesario no perder el foco de los objetivos de la dinámica.
Por otra parte, la presencia de varios docentes puede darse de manera simultánea en la misma clase, favoreciendo la división de tareas y el empleo de competencias especializadas. Esto puede ser beneficioso si se emplea de una manera enriquecedora pero tiene la posibilidad de riesgo de que se opte por una excesiva especialización, dejando de lado otros campos. En los talleres, sin renunciar al papel de guía del maestro, surgen estímulos propios del contexto y de los demás infantes, por lo que se le otorga una importancia especial al contexto de aprendizaje, dejando al maestro más al margen.
La visión que se pone sobre los talleres puede ser muy contradictoria, ya que se pueden acoger como actividades separadas y excepcionales dentro de la rutina escolar o, por el contrario, integrar como parte del día a día de la escuela y una oportunidad de experiencias más.
En lo relativo a los talleres podemos encontrar dos modalidades organizativas diferentes: fuera de la escuela y dentro de la misma.
Dentro de la escuela, el taller se puede entender como un espacio específico, alternativo y complementario a los espacios de la clase (rincones de trabajo), en el que se desarrollan actividades ad hoc con un único objetivo. Al contrario y preferiblemente, los talleres pueden concebirse desde la polivalencia, donde la escuela se preocupa por cada uno de los infantes, valorando sus individualidades y diversidad, ofreciéndolos diferentes espacios polivalentes para su desarrollo.
En lo relativo a la realización de talleres fuera de la escuela, podemos encontrar tres espacios privilegiados para su realización. El primero de ellos, al aire libre (en granjas, huertos, el jardín, etc.) en donde primarán las actividades naturales de observación y experimentación. Por otro lado, encontramos el entorno próximo al contexto escolar, en el que una visita al jardín, el parque o el bosque nos pueden ofrecer abundantes actividades. Y, por último, los recursos de la ciudad nos pueden ofrecer la oportunidad de realizar visitas culturales a museos, asociaciones, bibliotecas, etc.
Referencias
Borghi, B. Q. (2005). Los talleres en educación infantil: espacios de crecimiento (Vol. 12). Graó.
López, S. T. (1997). Talleres y rincones en educación infantil: su vigencia psicopedagógica hoy. Comunicación presentada en el Congreso de Córdoba.
Paula Cañarte Reoyo y Alia Ibáñez García, 2020.