El juego libre permite al alumno dirigir su propia acción siendo este el protagonista de su actividad (Fernández, 2014). Es creativo y carece de reglas fijas, favorece la espontaneidad, la actividad creadora, desarrollar la imaginación, liberara los niños de presiones y permitir que se desenvuelvan de manera independiente y con gran libertad (Caurcel, 2010). Por lo tanto, el juego libre y espontáneo es importante ya que fomenta la creatividad del ser humano y genera placer en quienes participan. (Arnaiz, de Basterrechea y Carreño, 2011)
En la escuela española de antes del último tercio del siglo XIX, sustentada en prácticas memorísticas y en una organización escolar intelectualista, abogó a comienzos del siglo XX por llevar a cabo una transformación hacia una educación integral donde el niño es el protagonista del proceso de enseñanza-aprendizaje y donde poco a poco es reconocido el poder pedagógico de la actividad lúdica (Rico, 2007). La importancia del juego no se conocía como recurso educativo en la vida de los menores. Sin embargo, en la actualidad, pese a ser conscientes de los beneficios que este proporciona, no se le da ni la relevancia ni las oportunidades necesarias para su desarrollo.
Por una parte, no existe una concordancia entre la idea que se expone en este documento acerca del juego libre y lo que se lleva a cabo realmente en la práctica. Aunque en muchos casos los docentes son conscientes de la importancia de este tipo de juego, son reacios a la hora de llevar a cabo esta actividad. El principal motivo de esto, esel afán por sostener la idea tradicionalista del juego como un tiempo de ocio lejano al aprendizaje o a la educación. En contraposición con lo anterior, lo ideal sería no entenderlo como una pérdida de tiempo, sino como algo tanto enriquecedor como productivo en el ámbito pedagógico (Rico, 2007).
Por todo ello, el docente tiene que cuidar su comportamiento y adaptarse a las necesidades de cada niño/a a la hora de comer. La paciencia y la empatía son actitudes que tiene que tener. Asimismo, es importante que durante la comida el docente interaccione con el niño/a, explicándole en todo momento lo que se está haciendo.
Además, es fundamental que si se realiza algún pacto con el niño/a se cumpla, porque se puede sentir engañado (Thió, 2011). Del mismo modo, el docente no tiene que fijarse solamente en sí el niño/a ha comido todo, sino que tiene que centrarse más en cómo está comiendo para saber cuáles son sus logros y cuáles sus dificultades y así ayudarle (Ritscher, 2010). Por último, es importante dejar a los niños/as que experimenten, que sean ellos/as mismos quienes decidan cómo comer, así como servirse su propia comida. Por lo tanto, dejarles libertad es necesario, ya que así el momento de la comida será divertido, entretenido y atractivo (Thió, 2011).
Una vez vista la realidad general en las aulas, se puede concluir que el juego actualmente no coincide con las características enmarcadas en la definición real de juego libre. Es decir, acoger una organización contextual sin un fin predeterminado que brinde a los niños la oportunidad de interpretar libremente. Cada individuo tiene una forma diferente de participar, entender, contemplar, jugar, etc. por lo que no se les debe limitar su creatividad e imaginación. Si se lleva a cabo esta idea, permitiremos que los niños generen su propio mapa a través del imaginario (inconsciente) y de las representaciones mentales de la realidad que se les ofrece (conscientes) (Abad, 2008).
Por otra parte, los niños conciben el juego como su manera básica de actuar. Aunque lo hacen por gusto, principalmente llevan a cabo dicha acción porque tienen la necesidad de hacerlo (Arnaiz, de Basterrechea, Carreño, 2011).
Para que esto se lleve a cabo de manera correcta, los adultos y en concreto los docentes, deben de presentar los objetos de juego de una manera ordenada con el fin de provocar y promover en los menores un deseo de transformación de la realidad. De esta manera los niños conseguirán hacer de esos espacios un lugar propio tanto de manera física como mental. No es necesario que todo esté ordenado tal y como el adulto lo dispone, sino que dentro del juego libre también cabe la posibilidad de la destrucción, recolocación, reutilización, etc. Desde la perspectiva del adulto,esto no se debe de considerar un error sino una forma de conocer de manera más integral a cada niño utilizando la observación como medio de documentación(Abad, 2008).
Basándonos en un ejemplo real, unos niños de un aula de tres años de Educación Infantil utilizan, de manera grupal, diferentes objetos tales como una cuna, un banco, unas telas, etc. con un propósito distinto a la finalidad para la que estaban diseñados en un principio. Sin embargo, la docente se enfadó al ver que no lo estaban usando de una manera “normal”.
También hay tener en cuenta que los espacios no se deben limitar a los que las instituciones escolares poseen, sino que se puede desarrollar en diferentes contextos, más allá de cuatro paredes. El entorno natural es un medio óptimo a la hora de llevar a cabo el juego libre ya que los niños disfrutan, se divierten, experimentan y aprenden de manera global y diferente a lo que están acostumbrados. Algunos ejemplos pueden ser las excursiones, salidas, etc. al aire libre (Rico, 2007).
Una vez visto la evolución del concepto que se ha tenido y se tiene del juego en el contexto escolar y concretamente del juego libre, podríamos concluir que los alumnos no se nutren de la aventura que este guarda, la incertidumbre que genera, la oportunidad de imaginar o realizar un viaje a lo desconocido, etc. Las escuelas se amparan en editoriales que ofrecen pseudojuegos que están lejos de brindar libertad de acción a los pequeños. El hecho de predisponer la utilización de cada material ofrecido limita su aprendizaje. Asimismo, como hemos mencionado anteriormente, el tiempo que se les ofrece a los niños para poder crear, crecer, desarrollarse, etc. está solapado por las supuestas actividades obligatorias y necesarias para ellos, es decir, actividades curriculares. Por ello, el tiempo que se le dedica al juego libre es mucho menor que el que se dedica a dichas actividades (Hoyuelos, 2015). Jugar no es perder el tiempo, pero limitar las posibilidades de alcanzar un desarrollo íntegro sí lo es.
References
Abad, J. (2008). El Placer y el Displacer en el Juego Espontáneo Infantil. Arteterapia- Papeles de arteterapia y educación artística para la inclusión social , 167-188.
Caurcel, M. J. (2010). Contextos de desarrollo y juego en la edad infantil. En A. Muñoz García, Psicología del desarrollo en la etapa de Educación Infantil (págs. 176-193). Madrid: Pirámide.
Fernández, L. (2014). El juego libre y espontáneo en educación infantil. Una experiencia práctica. Santander.
Hoyuelos, A. (2015). Cultura de la infancia y ámbitos de juego. En A. Hoyuelos, & M. A. Riera, Complejidad y relaciones en educación infantil (págs. 113-130). Barcelona: Rosa Sensat
Malaguzzi, L. (10 de Julio de 2011). Carta de los tres derechos. Recuperado el Octubre de 2020, de Educación Estética… Reggio Emilia: http://reggioemiliaeducacionestetica.blogspot.com/2011/07/carta-de-los-tres-derechos.html
Mañós, R. V., Balagué, À. G., Virgili, N. A., &Montalá, M. D. (2019). Percepción de los maestros sobre el derecho al juego libre en educación infantil y educación primaria. Estudio desarrollado en Barcelona (España). Bordón. Revista de Pedagogía, 71(4), 151-165.
Rico, A. P. (2007). Consideraciones pedagógicas sobre los valores y posibilidades educativas del juego en la España contemporánea (1876-1936). Historia de la Educación, 26.
Laura Cabeza Badía y Cristina Rojo Santamaría, 2020.